Existen numerosos mitos que rodean el mundo del plástico Durante los últimos años, se ha emprendido una especie de “guerra” contra el plástico, que parte de la convicción de que su uso es perjudicial para el medioambiente. Esto ocurre porque se suele juzgar la sostenibilidad de los materiales en función de si son biodegradables o no, pero la realidad es que hay muchos factores que debemos tener en cuenta, analizando todo el ciclo de vida de los productos.
Para eso, queremos desmontar algunos de los principales mitos sobre el plástico. Porque plástico y medioambiente no son términos incompatibles.
Mito: Los plásticos son malos para la salud.
Realidad: El plástico es el material que se somete a más controles de calidad y seguridad de todo el mundo. Contribuyen a la correcta conservación de alimentos y se utilizan en infinidad de soluciones totalmente aptas para la salud: medicina y cirugía, tecnología, transporte, edificación y un largo etcétera.
Mito: Lo mejor para reducir la contaminación es prohibir los plásticos.
Realidad: Prohibir los plásticos, con las numerosas ventajas que aportan a la sociedad, no sería una solución realista ni efectiva y tampoco contribuiría a reducir la contaminación. La solución pasa por el uso responsable, tanto de los plásticos como de cualquier otro material, y por su reutilización y reciclado.
Mito: El plástico agota las reservas de petróleo.
Realidad: Solo entre el 4 % y el 6 % del consumo de petróleo en el mundo de destina a la fabricación de plásticos. La mayor parte del consumo se dedica a transporte y calefacción.
Mito: Los plásticos no se pueden reciclar.
Realidad: Son materiales reciclables que contribuyen a la economía circular. Es importante la educación en este sentido para saber separar correctamente los residuos. Desde la industria, también debemos apostar por el uso de materiales reciclados y reciclables, a través del ecodiseño y teniendo en cuenta la perspectiva medioambiental en todos los procesos.
Mito: Los plásticos son nocivos para el medioambiente porque no son biodegradables.
Realidad: Que un material sea o no biodegradable no implica que sea bueno o malo para el medioambiente. Por ejemplo, materiales como el vidrio no son biodegradables. La clave está en el reciclado de los materiales, que es lo que aportará beneficios a nivel medioambiental.
Mito: El plástico es sustituible por otros materiales más sostenibles.
Realidad: No en todos los casos es sustituible, ya que las propiedades de los materiales son diferentes. Por ejemplo, una bolsa de algodón no debería ponerse en contacto directo con alimentos, ya que puede contaminarse con microorganismos, por lo que debemos tener en cuenta las características también a nivel higiénico.
Además, el coste ambiental de una bolsa de tela o de papel puede ser incluso mayor que el de una bolsa de plástico, dependiendo del número de veces que se utilice. Según un estudio del Ministerio de Medioambiente y Alimentación de Dinamarca, una bolsa de algodón convencional debe usarse unas 7.000 veces para que tenga el mismo impacto medioambiental que una de plástico, teniendo en cuenta factores como el gasto de agua y energía y las emisiones de gases.
Mito: El plástico es de peor calidad que otros materiales.
Realidad: Muchos materiales plásticos aportan una gran durabilidad, lo que confiere propiedades muy interesantes especialmente en aplicaciones para construcción, junto con su ligereza, aislamiento y resistencia a la corrosión. Gracias a estas propiedades, podemos ahorrar recursos y contribuir a la eficiencia energética. Por ejemplo, los aislamientos plásticos de una vivienda ahorran 250 veces más energía que la que se utilizó para fabricarlos.